MIÉRCOLES, 17 DE ENERO, 2024
DEDICATORIA VERTICAL
Pues los ojos apacibles de esta eterna mirada
Advientos se anclaron al aroma de tu cruel sonrisa
Rígidos como el vástago de tu piel morena
A la nada remaron por mis nudillos ingenuos.
Aquel abrazo rancio que tomaba mis hombros
Navegaba en la falsedad del tiempo, mientras mis
Dedos de azucenas mecían tu ansiedad devastada entre
Rosas de anhelo como una canción que te salvaba
En la oscuridad de los monstruos a los que si amabas
Sin que yo creciera como hoja amartelada de un jardín fatuo.
Ningún poema lleva tu nombre al final del prólogo,
y no hay manera absoluta de arrancar la hoja,
porque con tu férvido juego mudable,
terminaste de incendiar todo el estúpido libro.
DANIEL GOSÉF